Sigo
observando mi trocito de cielo desde la ventanilla del avión. El viaje dura
doce horas y ahora nos encontramos sobrevolando el Atlántico, pero merece la
pena tras un año sin ver a mi familia.
La
mayoría de los pasajeros duermen, otros ven una película o escuchan música,
y
algunos cabecean mientras leen. Esta siendo un vuelo tranquilo, pero de repente,
se oyen unos gritos y un estruendo que provienen de la cabina de mando. A
continuación, el avión comienza a perder altura y desciende rápidamente. El
pánico se apodera de todos; el fin es inevitable…
Probar
un simulador de vuelo es una experiencia muy real.
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