No pudo seguir adelante sin ella, ya que después de tantas vivencias en común era imposible olvidarla. Le había acompañado en los momentos más complicados, como cuando solo y sin dinero no era más que una alma en pena vagando por las calles de la ciudad. Aquella soledad fue atenuada por su calidez y seguridad, con la única pretensión de mantenerse juntos y la salvedad de soportar sus frecuentes cambios de humor. Incluso en una ocasión, mediante la fuerza, pretendieron rasgar los lazos de su unión; pero fracasaron.
Tras el olvido, no lo dudó, decidió regresar a por su vieja chaqueta.